¡Historias que nunca se sabrán!
¡Historias que
nunca se sabrán!
La Vida que se convierte en
Costumbre.
La Costumbre que se convierte
en Ley.
Y la Ley que se convierte en
Vida.
CAPÍTULO 1
Si, alguien te hubiera dicho
Si, alguien te hubiera abrazado.
Pero, él hubiera existe, lo que no existen,
son personas que lo conviertan en sí.
Las
Mujeres sustentan la familia, es la Costumbre, es la Vida y la Ley. Decía la
Abuela.
Un Mujer madruga, junta
el fuego, calienta el agua en el jarro de barro, tuesta los tamales de maíz,
recalienta la comida, para tenerlo listo, pero, ¿para quién?
¿Por qué siempre era
primero juntar el Fuego?
En la lógica de la equidad y la complementariedad, los hombres de
la familia, se levantan a la misma hora que las mujeres, los hombres van a la
montaña por leña y las mujeres preparan la comida, pero, siempre habrá alguien que
ama sus DERECHOS, pero, odia sus OBLIGACIONES.
Los años hacen a
la Abuela, quien se toma la molestia de aconsejar a su nieta, para que sea una
mujer de familia. Decía la Abuela… levántate temprano, péinate antes de entrar a
la cocina, usa un listón, para sujetar tu cabello, antes que caiga uno de tus
cabellos en la comida, junta el fuego, calienta los alimentos, mientras limpias
la cocina, el orden te permite, hacer muchas cosas a la vez, procura no hablar
mucho, se obediente y la vida te recompensara.
Cuida la silla de
los abuelos, para que los niños no la usen, enseña a los jóvenes, a no pasar
sobre la sombra de los ancianos, ni mucho menos usar sus sombreros, vístete como
una mujer elegante, esfuérzate, para ser una mujer de un solo hombre.
¿Por qué la Mujer debe ser fiel y el
hombre puede ser infiel?
A… Porque una mujer no necesita de un hombre,
para ser feliz y segura.
Aprende a
escuchar y ver el tiempo, observa la sombra de la casa, para calcular el
tiempo, para estar lista cuando lleguen tu abuelo, tu papa y tus hermanos de la
montaña, sírveles una taza de café, para que puedan recuperarse de tal ardua
labor, invítales a desayunar, pasa primero, el agua caliente que usarán, para
lavarse la mano, llena de nuevo sus tazas de café, seguidamente les sirves la
comida y los tamales, pregunta si necesitan algo más. Sé paciente, los hombres se levantaran y dejarán
desordenado la cocina que con tanto esmero ordenaste.
¿Por qué las mujeres ordenan y los
hombres desordenan?
Ante tal
injusticia, anímate, a ordenar de nuevo la cocina, al terminar, no permitas que
el placer de la pereza, domine tus días, haz que tus jornadas sean majestuosas,
prepara el maíz, guardado en los cajones de madera, desgrana el maíz, con tal
delicadeza, para que entiendas que en tus manos, se transforma la materia,
convierte los granos, en sabores y places, pero, en esos días, cuando la desesperación
quiera dominarte, jamás se te ocurra, mezclar veneno con la masa de maíz, vale
más tu alma, que la cantidad de hombres que sirves.
Tus días, te
acompañara el fuego, abrázala y domínala, enseña a los hombres, tu paciencia y
tu arte, en la selección, cocción y transformación de la maíz, muestra tu
esencia en los que haces, porque una mujer, e la familia, es la artista de la
vida.
Eso era lo que decía la Abuela…
¿Por qué la Abuela pensaba así?
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